Maromas
LOS
CADÁVERES NO SABEN NADAR
(2014)
(2014)
Soñé contigo una mañana de mayo.
Te amaré en octubre, me odiarás en diciembre.
Rezaré tu nombre con labios paganos.
De bendición perdida.
De metáfora irresoluta.
Viviré tu piel en otras dimensiones,
(detrás de la vida
envuelta en ilusiones)
que se queman en tu corona de fuego,
verde, como el limo de los caños
que en mi averno me consumen.
¿Qué será de esto?
Vanagloria fue tu condición en mí.
¡Oh orgullo! ¡Oh lascivia!
Será vivir.
Impotente me despido en la orilla
y figuro tu sonrisa en la penumbra
de plenitud despierta.
El sueño nada entre las vidas
de los futuros desvanecidos.
Solo la sombra de tu ADN
me queda entre los dedos
huyendo venas abajo.
Y un bocado de tus labios,
cuatro veces magnificados,
cuatro veces inmensos,
cuatro veces benditos,
se queda en mi garganta
mientras de rodillas invoqué
tu placer y tu delirio, de bacante poseída.
Serás mi cadena de recuerdos fundidos.
Serás inolvidable en mis pasos pendientes.
Serás tigresa de palabras de helio.
Y galoparás a pelo sobre el recuerdo
que se tragará mi memoria marchita.
Serás todos los momentos.
Seré frío, seré lamento.
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(Sin nombre)
(2012)
(2012)
Que bella cortina
El iris de tu velo tamiza la luz
que por la pared intenta regarse.
La sombra que repta invade el color
de la ausencia cromática en lánguidas tardes.
Chiniescas se estiran queriendo alcanzar
la súbita vida de una sombra fugaz
que se desliza en tu pared, de blanco imparcial
mientras tu rostro lejano se oculta, se va.
En recuerdos ajenos habrás de nacer
mientras juega en mi mente una pared
de sombras burlonas, de risas atadas
al nudo que ciñe la tela colgante,
prensada en blanco, condenada en gris,
cabeza de madera y cuerpo infeliz.
Así eres tú, así lo serás, cuando
el sepulcro reclame tu mortaja falaz
y envuelta en la cortina tu memoria irá
al mundo de lo bello, de eterno, sin igual.
Lugar al que nunca podré entrar...
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